Cómo regar las plantas de interior y exterior

Regar las plantas es la tarea más repetitiva que se realizará a lo largo de un cultivo. Pero muchos cultivadores comenten algunos errores al hacerlo. En algunos casos las plantas no llegarán a ofrecer todo su potencial. Y en otros, incluso pueden llegar a morir. En este artículo te contamos todos los trucos para hacer un buen riego.

¿Cómo debe ser el agua para regar las plantas?

El agua ideal debería tener una EC de 0,4 mS/cm, ya que contendrá una cantidad de calcio y magnesio perfecta. Si el agua es más blanda, suelen aparecer las típicas carencias de estos nutrientes. Y si es más dura, el exceso de calcio y magnesio llegará a ser perjudicial para las plantas.

Lo habitual, es que además el agua esté potabilizada con cloro, un elemento que a la larga daña la microvida del sustrato. Lo que se suele hacer para solucionar esto, es dejarla reposar unas 24 horas antes de usarla. Si reposa al sol, se reduce este tiempo.

También se debe tener en cuenta el pH del agua para regar las plantas. Un pH incorrecto impedirá la asimilación de determinados nutrientes. Por ejemplo, son típicas las clorosis férricas con un pH superior a 6.5.

Y no menos importante, es la temperatura. Si alguien piensa que un día de calor una planta agradece un riego con agua muy fría, está equivocado. Las raíces pueden sufrir un shock térmico. La temperatura ideal es de 24º. Las plantas prefieren siempre un agua templada.

En general el cultivador siempre se adapta al tipo de agua que tiene. Pero esto no signifique que sea lo acertado. En muchos casos, los cultivadores emplearán el agua directamente del grifo, venga como venga. Y a la larga, las plantas lo pagarán.

La solución es un depósito de agua para riego, donde además de poder dejar el agua reposando para que se degrade el cloro, adquiera una mejor temperatura y podamos regular el pH fácilmente. Y si además es un agua dura, sería muy buena opción instalar un filtro de osmosis.

¿Sirve el agua del aire acondicionado para regar las plantas?

Aunque técnicamente esta agua es limpia, ya que es el resultado de la condensación de aire húmedo en contacto con una bobina fría, puede contener moho, bacterias y otros contaminantes, especialmente si no se ha limpiado regularmente el equipo. En algunos países, incluso existen regulaciones municipales que prohíben su uso para fines de riego.

En lugar de usar esta agua, se recomienda recolectar agua de lluvia o utilizar agua de grifo tratada.

¿Cómo regar plantas de interior y exterior?

Ya tenemos un agua de riego perfecta, sin cloro, con el pH ideal y a una buena temperatura. Si tienes que añadir abonos, mide y regula con un buen medidor de pH al final para comprobar que se encuentra en unos valores óptimos.

Así que es hora de ir regando las plantas.

En principio es algo sencillo. La clave es la paciencia. Un sustrato que tenga la capa superficial muy seca no absorberá el agua. Y esta buscará una vía de escape, normalmente por los bordes de la maceta directamente hasta el drenaje.

Para solucionar esto, simplemente raspa un poco la superficie del sustrato. Puedes emplear por ejemplo un tenedor. Después añade una pequeña cantidad de agua y deja que poco a poco la tierra la vaya absorbiendo. Y así, poco a poco, se conseguirá encharcar todo el sustrato.

Los riegos lentos además evitan la formación de bolsas secas, que son zonas del sustrato que permanecen impermeables al agua precisamente por malos hábitos de riego. Y las raíces jamás tendrán interés en colonizar ese espacio.

Cuando el agua comience a salir por el drenaje, se puede dar por finalizado el riego. El agua expulsada por el fondo de las macetas, tírala. Contendrá una gran cantidad de sales que la planta no ha asimilado y no es aprovechable para volver a regar. O al menos para regar esa planta. Un gran árbol la agradecerá.

¿Cuándo es mejor regar las plantas?

Siempre se debe regar cuando la planta lo necesite. Si una planta necesita agua a la hora más calurosa y soleada del día, no podemos negársela, aunque no sea lo correcto. Pero podemos tomar medidas para no tener que volver a hacerlo.

Sobre a qué hora es mejor regar las plantas, todos los cultivadores coinciden: siempre por la mañana. Y cuanto más temprano, mejor. De este modo, las plantas absorben el agua que necesitan antes de que la temperatura aumente y se evapore.

No es bueno regar las plantas de noche, porque durante esas horas las plantas descansan y apenas existe actividad radicular. Si se riegan al atardecer, existe más probabilidades de promover el desarrollo de hongos y otras enfermedades fúngicas por la acumulación de agua en las raíces.

¿Cada cuánto regar las plantas?

El cultivador que busque una información precisa de cada cuántos días tiene que regar sus plantas, no encontrará la respuesta. O al menos no encontrará ninguna respuesta acertada. No consume la misma cantidad de agua una planta de dos metros que una de medio metro. Ni la misma planta consume la misma cantidad en un día caluroso y de sol, que en otro más fresco y nublado. Y por supuesto, también influye el tamaño de la maceta.

Es fácil saber cuándo regar las plantas de exterior o interior siguiendo algunos indicios, pero no sabremos exactamente cada cuántos días hacerlo porque, como vemos, depende de muchos factores.

Por ejemplo, si introducimos el dedo o un lápiz en el sustrato y vemos que los dos primeros centímetros están secos, es hora de regar. O si levantamos o intentamos mover la maceta y vemos que esta apenas tiene peso, se debe a la falta de agua.

Pero lo que jamás se debe hacer, es esperar a que la planta muestre síntomas de falta de riego. Si llega a ese extremo, aunque con un riego se hidrate rápidamente, los pelos radiculares sufrirán graves daños y se irá reduciendo poco a poco el poder de asimilación de agua y nutrientes.

Así que debes prevenir regar en las horas más cálidas. No riegues si la planta no tiene necesidad de agua. Pero riega por la mañana si dudas de que aguante todo el día con el agua que todavía está disponible en el sustrato.

¿Y cómo regar las plantas si no se está en casa?

Especialmente en verano, la gente suele tomarse unos días libres, alejado de lo cotidiano. Para estos casos existen algunos trucos para regar las plantas en vacaciones. Pero siempre dependiendo de cuántos sea la ausencia.

La mejor opción es un riego por goteo. No es ni muy caro ni muy complicado de instalar. Tras algunos días de pruebas, podremos establecer unas frecuencias de riego óptimas. Nos podremos ir tranquilamente de vacaciones sabiendo que las plantas no sufrirán falta de agua en ningún momento.

Si tan solo serán unos pocos días, se puede optar por ser previsor y añadir una buena cantidad de polímeros retenedores de agua al sustrato y regar abundantemente antes de irnos. Estos absorben hasta 500 veces su peso en agua, que después liberan según las plantas lo necesitan. Sería como tener cientos de pequeñas bolsas líquidas enterradas.

También existen otras alternativas caseras, como hacer un riego capilar por mecha. Tan solo necesitamos una garrafa de agua, tubería y algún textil como hilo de lana o alguna ropa vieja que cortaremos en tiras. Se trata de pasar por la manguera el textil que irá del interior de la botella al interior del sustrato. El textil absorberá el agua que fluirá lentamente hasta el sustrato.

En cualquier caso, sea cual sea el sistema que uses, conviene realizar pruebas previas para comprobar cuántos días pueden suministrar agua, si una opción es mejor que la otra, o si incluso es conveniente combinar ambas.