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Control biológico en plantas

Guía de Introducción al Control Biológico en la Jardinería

El Control Biológico, comúnmente conocido como Biocontrol, representa una estrategia ecológica y sostenible para el manejo de plagas en cultivos y jardines. A diferencia de los pesticidas químicos, que pueden tener efectos adversos en el medio ambiente y en la salud humana, el biocontrol se basa en la utilización de depredadores naturales y otros organismos beneficiosos para combatir y controlar las plagas de manera efectiva.

Es relevante destacar que solo un pequeño porcentaje, entre el 1 al 3%, de todos los insectos se consideran realmente como plagas en plantas de exterior e interior. La gran mayoría de los insectos que coexisten en nuestros jardines y cultivos son beneficiosos. Estos insectos aliados, especialmente aquellos con un apetito insaciable por las plagas, juegan un papel crucial en mantener un equilibrio ecológico y promover un jardín saludable.

El principio detrás del biocontrol es simple: imitar los sistemas naturales de control de plagas. En la naturaleza, las poblaciones de depredadores y presas coexisten en un equilibrio dinámico, regulándose mutuamente sin la intervención del ser humano. En el contexto del jardín o cultivo, este equilibrio se puede fomentar y potenciar mediante prácticas como la plantación de hierbas y flores que atraen a insectos beneficiosos y permitiendo la presencia controlada de ciertas plagas para servir de alimento a estos depredadores.

Existen diferentes enfoques y técnicas dentro del Control Biológico, desde el Control de Conservación, que se enfoca en conservar y potenciar los depredadores nativos, hasta técnicas más intervencionistas como la liberación periódica de depredadores específicos para combatir plagas determinadas.

Para implementar con éxito el biocontrol, es esencial conocer y entender a los diferentes insectos beneficiosos que pueden estar presentes en el jardín. Algunos de los depredadores más comunes y efectivos incluyen las mariquitas, avispas parasitarias, crisopas y sírfidos. Estos insectos no solo ayudan a controlar las plagas, sino que también contribuyen a la biodiversidad y resiliencia del ecosistema del jardín.

Es fundamental tener en cuenta que el uso indiscriminado de insecticidas para plantas, incluso aquellos etiquetados como orgánicos, puede ser contraproducente. Estos productos pueden afectar negativamente a los insectos beneficiosos, desequilibrando el sistema de biocontrol establecido y reduciendo su eficacia.

Mimetizando la Naturaleza

El Control Biológico no solo se basa en técnicas y estrategias, sino también en la observación y comprensión de la naturaleza. Al observar cómo funcionan los ecosistemas naturales, podemos aprender a replicar esos procesos en nuestros jardines y cultivos.

Este enfoque ecológico imita los sistemas naturales de gestión de plagas. Un ejemplo clásico es la relación entre un león de montaña y una liebre (conejo). Ambas especies regulan continuamente sus poblaciones. Cuando la población de liebres aumenta, proporciona más alimento para los leones de montaña, lo que a su vez aumenta su población. Sin embargo, si la población de leones de montaña supera a las liebres, la falta de alimento reducirá su número, restableciendo el equilibrio.

En cualquier dinámica depredador-presa, las dos especies coexisten en un baile perpetuo, donde ambas poblaciones dependen una de la otra. Cada especie tiene múltiples interacciones con otras, lo que da lugar a una compleja red alimentaria en cada nivel de la cadena alimentaria.

Si bien es probable que no tengas leones de montaña controlando la población de conejos en tu jardín, puedes aplicar los mismos principios al control de plagas. Cada insecto y bicho tiene su lugar en una red alimentaria de depredadores y presas. Las cosas se vuelven interesantes cuando se consideran parásitos que pueden usarse como guerra biológica contra cualquier cosa que esté comiendo tus cultivos.

El Control Biológico mantiene un equilibrio ecológico, similar al observado en ecosistemas naturales. Los ecosistemas salvajes se regulan de forma natural, buscando constantemente un equilibrio o homeostasis. Sin embargo, las intervenciones humanas pueden llevar a desequilibrios. Por ejemplo, en los suburbios de algunas ciudades, los conejos están fuera de control porque el hábitat de sus depredadores naturales no ha sido desarrollado en estos lugares.

Este ejemplo a nivel macro describe lo que está sucediendo a nivel micro con una plaga como los áfidos. Un jardín efectivamente destruye todos los depredadores naturales de los áfidos al plantar solo los cultivos que les gusta comer. Sin el hábitat para las mariquitas, crisopas, avispas parásitas, sírfidos y otros comedores de áfidos, la plaga puede multiplicarse rápidamente.

Tipos de Biocontrol Biológico

Sírfido para el control biológico de plantas

El Control Biológico es una aproximación moderna y respaldada por la ciencia para el control de plagas. Pero, ¿cómo se aplica en un entorno real? Todo depende del tipo de gestión biológica de plagas que se emplee.

A lo largo de las décadas, científicos han colaborado con agricultores, biólogos y gestores de fauna para aprovechar el poder del control biológico y complementar o reemplazar otros métodos. Granjas alrededor del mundo han eliminado la mayoría de los pesticidas implementando estrategias de control biológico como parte de sus sistemas de manejo integrado de plagas (IPM).

Esencialmente, el objetivo es “deshacer” parte del daño ecológico y la interrupción causada por las intervenciones humanas. Estos principios se pueden aplicar incluso en los jardines más pequeños. Pero primero, es fundamental comprender los tres diferentes tipos de control biológico:

1. Control de Conservación

Este es el tipo de biocontrol más importante para un jardinero orgánico. Se trata de construir un hábitat que atraiga a los insectos depredadores nativos que ya viven en tu área. En otras palabras, el objetivo es conservar los recursos y hábitats nativos para atraer a los depredadores beneficiosos que mantendrán a raya a las plagas de tus cultivos. En una granja, esto puede ser tan simple como dejar que algunos márgenes del campo crezcan de forma silvestre. En un jardín, puedes ser mucho más detallado con tu paisajismo para crear un oasis próspero de biodiversidad y control natural de plagas.

2. Control Clásico

Este tipo de control biológico introduce depredadores no nativos para combatir plagas específicas. A diferencia del control de conservación, que busca preservar y potenciar los depredadores nativos, el control clásico introduce intencionadamente organismos no nativos para abordar problemas de plagas específicos.

3. Liberación Periódica

Como su nombre indica, este método implica la liberación regular de depredadores en el jardín o cultivo. Estos depredadores pueden ser nativos o no nativos, pero se liberan periódicamente para mantener a raya a las plagas.

Estos tres tipos de control biológico ofrecen diferentes enfoques y soluciones para el manejo de plagas, permitiendo a los jardineros y agricultores elegir la estrategia que mejor se adapte a sus necesidades y al entorno específico en el que trabajan.

Estableciendo Poblaciones de Insectos

Crisopa alimentándose de una plaga de pulgón

Uno de los pilares fundamentales del Control Biológico es el establecimiento de poblaciones de insectos beneficiosos en el jardín o cultivo. Estos insectos actúan como defensores naturales, combatiendo y controlando las plagas que amenazan con dañar las plantas.

Para lograr un control biológico efectivo, no basta con introducir depredadores en un área y esperar que hagan su trabajo. Es esencial crear un ambiente propicio para que estas poblaciones se establezcan, reproduzcan y perduren en el tiempo. Aquí es donde entra en juego la importancia de la biodiversidad y la conservación.

1. Biodiversidad: La Base del Éxito

La biodiversidad es clave para el éxito del control biológico. Un jardín o cultivo diverso atrae a una variedad de insectos beneficiosos, lo que aumenta las posibilidades de controlar diferentes tipos de plagas. Además, un ecosistema diverso es más resiliente y menos susceptible a grandes infestaciones de una plaga específica.

Es esencial pensar en nuestros jardines como mini-ecosistemas. La naturaleza busca inherentemente la diversidad. Por lo tanto, es vital cultivar diferentes variedades y especies de plantas, rotar cultivos y practicar la siembra sucesiva. Además, es recomendable evitar grandes concentraciones de una misma familia de plantas, ya que esto puede atraer plagas específicas.

2. Evitar Pesticidas Químicos

Para que las poblaciones de insectos beneficiosos se establezcan, es crucial evitar el uso excesivo de pesticidas, incluso aquellos etiquetados como orgánicos. Los pesticidas de amplio espectro matan tanto a las plagas como a los depredadores beneficiosos, interrumpiendo el equilibrio natural y reduciendo la eficacia del control biológico.

3. Conocer a Tus Aliados

Es fundamental familiarizarse con los diferentes tipos de insectos beneficiosos que pueden estar presentes en el jardín. Algunos de los depredadores más comunes y efectivos incluyen las mariquitas, avispas parasitarias, crisopas y sírfidos. Estos insectos no solo ayudan a controlar las plagas, sino que también contribuyen a la biodiversidad y resiliencia del ecosistema del jardín.

El establecimiento de poblaciones de insectos beneficiosos es un proceso continuo que requiere observación, adaptación y, sobre todo, paciencia. Sin embargo, con el tiempo, los resultados son evidentes en un jardín saludable, próspero y en equilibrio con la naturaleza.

Permitir Algunas Plagas Aliadas

En el mundo del Control Biológico, una de las estrategias más contraintuitivas pero efectivas es permitir la presencia de ciertas plagas en el jardín. Aunque pueda parecer sorprendente, hay razones sólidas detrás de esta táctica.

1. Alimento para Depredadores

Las plagas sirven como fuente de alimento para los depredadores beneficiosos. Si eliminamos completamente a las plagas, estos depredadores no tendrán nada que comer y, por lo tanto, buscarán otros lugares para establecerse. Al mantener una población controlada de plagas, aseguramos una fuente constante de alimento para los insectos beneficiosos, incentivándolos a permanecer en nuestro jardín.

2. Equilibrio Natural

La naturaleza siempre busca un equilibrio. Si erradicamos completamente a una plaga, es posible que otra plaga, para la cual no tengamos depredadores naturales, tome su lugar y cause aún más daño. Al permitir que algunas plagas coexistan con sus depredadores naturales, promovemos un equilibrio que puede ser más beneficioso a largo plazo.

3. Resiliencia del Ecosistema

Un ecosistema con una diversidad de organismos es más resiliente a perturbaciones externas. Si dependemos únicamente de soluciones químicas para controlar las plagas, nuestro jardín puede volverse más vulnerable a infestaciones masivas. Al permitir algunas plagas y fomentar la biodiversidad, construimos un sistema más robusto y resistente.

Es esencial entender que el objetivo del Control Biológico no es eliminar todas las plagas, sino mantenerlas en niveles manejables. Algunas plagas son inevitables, pero con una estrategia bien planificada, podemos coexistir con ellas y disfrutar de un jardín saludable y próspero.

Cultivo de Trampas

El Control Biológico no solo se basa en la introducción de depredadores naturales o en la gestión de poblaciones. Una técnica complementaria y altamente efectiva es el cultivo de trampas. Esta estrategia implica cultivar plantas específicas que atraen a las plagas, alejándolas de tus cultivos principales y actuando como un señuelo.

Estas plantas “trampa” a menudo son sacrificadas en el proceso, pero desempeñan un papel crucial al reducir la población de plagas que podría atacar a tus cultivos principales. Por ejemplo, el nabo puede actuar como una planta trampa para los nematodos del suelo que afectan a las patatas. Los nematodos se sienten atraídos por los nabos y, una vez que han infestado esa planta, se pueden eliminar junto con ella.

Es esencial seleccionar las plantas trampa adecuadas para las plagas específicas que estás tratando de controlar. Además, estas plantas deben colocarse estratégicamente en el jardín para maximizar su efectividad. Es recomendable investigar y planificar con anticipación, teniendo en cuenta las plagas más comunes en tu área y las plantas trampa que pueden contrarrestarlas.

El cultivo de trampas es una herramienta más en el arsenal del jardinero para lograr un Control Biológico efectivo, permitiendo un jardín saludable y una cosecha abundante sin el uso de químicos dañinos.

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