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Cualquier cultivador se equivoca si cree que el cultivo se termina una vez se han cosechado las flores. Todavía faltarán fases como el secado, curado o conservación que garantizarán no pierdan sus propiedades. Y lo más importante, que esas propiedades se vean aumentadas. Porque un cogollo o flor, al igual que un buen vino, mejora con el paso del tiempo si se conserva en un ambiente especial.

¿Cómo guardar cogollos?

Las flores primero han de secarse para eliminar la mayor parte de la humedad que almacenan. De lo contrario, una vez en los botes no tardarán en aparecer hongos como la botrytis.

¿Qué humedad deben tener los cogollos al guardarlos?

La humedad ideal varía entre el 57 y el 62%, siempre a gusto del consumidor. Es un rango óptimo en cualquier caso que dependiendo del tipo de hierba, por ejemplo tabaco, proporcionará una combustión más rápida o más lenta.

Si el secado no se realiza en un ambiente controlado, debemos guiarnos por algunas características que van adquiriendo las flores, como pueden ser un tacto crujiente o el secado de los tallos hasta que se puedan partir en lugar de doblarse.

Es normal que en las siguientes horas después de introducir en un bote o caja para guardar cogollos, estos hayan perdido ese tacto crujiente. La humedad que conservan en su interior sale al exterior. Por eso es importante los primeros días airear los botes unos minutos y comprobar que esa humedad se vaya perdiendo.

Si no es así, conviene sacar las flores del bote y dejar que sequen al aire un poco más antes de volverlas a conservarlas. La solución perfecta nos la ofrecen los sobres Boveda o Integra, un sistema de humidificación bidireccional impecable. Si las flores tienen una humedad por encima la deseada, los sobres la absorben. Y si la humedad está por debajo, aportan más.

¿Cuánto tiempo se puede guardar un cogollo?

Si están bien conservados, especialmente con un rango de humedad óptima, las flores conservarán todas sus propiedades organolépticas mucho tiempo. Y con mucho tiempo no nos referimos a unos poco meses, sino a varios años sin que pierdan un ápice de su aroma y sabor. Además, solo con un curado lento, se llegan a apreciar algunos matices que no se apreciarían de otro modo.